Por: Gary Hamel
En diciembre pasado, el Papa Francisco pronunció un
discurso en el que detalló 15 “enfermedades” que aquejan a la Curia Vaticana. Gary
Hamel, considerado en la última década como uno de los expertos en negocios más
influyentes del mundo, adaptó este mensaje al mundo corporativo y ofreció desde
la revista Harvard Business Review los 15 males que pueden afectar a cualquier
líder en el mundo. Hamel firma el artículo titulado “Las 15 enfermedades del
liderazgo, según el Papa Francisco” y sostiene que estos males “son un peligro
para todo líder y toda organización, y pueden afectar a nivel individual y
comunitario”. Hamel, que no es católico, considera que “los líderes son
susceptibles a adquirir enfermedades debilitantes, incluidas la arrogancia, la
intolerancia, la miopía, la mezquindad. Cuando esas enfermedades no se tratan,
la organización se debilita. Para tener una iglesia saludable, necesitamos
líderes saludables”. “A través de los años, he escuchado a decenas de expertos
en administración enumerar las cualidades de grandes líderes. Pero es raro que
hablen claramente sobre las ‘enfermedades’ del liderazgo. El Papa es más
directo. Él entiende que como seres humanos somos proclives a ciertas cosas, no
todas nobles”, sostiene Hamel. Transforma las enfermedades descritas por el
Papa en estos consejos para líderes, con un lenguaje más corporativo:
1.- La enfermedad de pensar que somos inmortales, inmunes
o de alguna forma indispensables. Para Hamel “el líder de un equipo que no es
crítico consigo mismo y que no está al día con las cosas, que no busca
adecuarse, es un cuerpo enfermo”, padece una “patología del poder y viene de un
complejo de superioridad, de un narcisismo que mira apasionadamente la propia
imagen y no ve el rostro de los otros, especialmente los más débiles y los más
necesitados. El antídoto a esta plaga es la humildad, para decirlo más
sentidamente: ‘soy simplemente un servidor. He hecho lo que era mi deber’”.
sentidamente: ‘soy simplemente un servidor. He hecho lo que era mi deber’”.
2.- Otra enfermedad es el excesivo “busyness”(operatividad).
Afecta a los que están inmersos en el trabajo y se niegan la oportunidad del
descanso, conduce al estrés y a la agitación. “Un tiempo de descanso para los
que han completado su trabajo es necesario, obligatorio y debe ser tomado
seriamente: pasando tiempo con la familia y respetando los feriados (festivos)
como momentos para recargarse”.
3.- Luego está la enfermedad mental y (emocional) de la
“petrificación”. Hamel alude a los líderes de corazón de piedra, “aquellos que
con el tiempo pierden su serenidad interior, ya no están alertas ni son
desafiantes, y se esconden bajo una pila de papeles, convirtiéndose en
administradores de papeles y no en hombres y mujeres de compasión. ¡Es
peligroso perder la sensibilidad humana que permite llorar con los que lloran y
alegrarse con los que se alegran!”.
4.- La enfermedad del excesivo planeamiento y
funcionalismo. Afecta al líder que planea todo hasta el último detalle y cree
que con el planeamiento perfecto las cosas estarán en su lugar. Ese líder, para
Hamel “se vuelve un contador o un administrador de una oficina. Las cosas deben
prepararse bien, pero sin caer en la tentación de eliminar todo tipo de
espontaneidad, que es siempre más flexible que cualquier planificación humana”.
5.- La enfermedad de la pobre coordinación. Se evidencia cuando “los líderes pierden el sentido de comunidad entre ellos” y el cuerpo “pierde su funcionamiento armonioso y su equilibrio”. “Sus miembros no trabajan juntos y pierden el espíritu de camaradería y de trabajo en equipo”.
6.- Está también la enfermedad del “Alzheimer en el
liderazgo”. “Consiste en perder la memoria de los que nos nutrieron, fueron
nuestros mentores y nos apoyaron en nuestro camino”.
7.- La enfermedad de la rivalidad y la vanagloria.
“Cuando las apariencias, nuestras gratificaciones y nuestros títulos se
convierten en el objeto primario de la vida, nos olvidamos de nuestro deber
fundamental como líderes”, advierte Hamel y recuerda que los líderes tienen que
mirar no solo sus propios intereses sino también los intereses de los demás.
8.- La enfermedad de la esquizofrenia existencial. De
los que viven una doble vida, “el fruto de la típica hipocresía del mediocre y
del vacío progresivo emocional que ningún logro o título puede llenar. Es una
enfermedad que con frecuencia golpea a los que no están directamente en
relación con los clientes y los empleados ‘ordinarios’ y se restringen a los
asuntos burocráticos, perdiendo así contacto con la realidad, con la gente
concreta”.
9.- La enfermedad del chisme y las habladurías. “Esta
es una enfermedad grave que comienza simplemente o incluso con una pequeña
conversación y toma a una persona, haciéndola ‘sembradora de mala hierba’ y un
asesino a sangre fría del buen nombre de los colegas”.
10.- La enfermedad de idolatrar a los superiores. Para
Hamel “esta es la enfermedad de los que cortejan a sus superiores con la
esperanza de ganar su favor. Son víctimas del carrerismo y del oportunismo, dan
honores a personas (en vez de a la misión más amplia de la organización).
Piensan solamente en lo que pueden obtener y no en lo que pueden dar, son
personas de mente pequeña, infelices e inspiradas solo en su propio egoísmo
letal”.
11.- La enfermedad de la indiferencia con los otros.
Cuando el líder “piensa solo en sí mismo y pierde la sinceridad y la calidez de
las relaciones humanas (genuinas)”. “Cuando la persona con más conocimientos no
se pone al servicio de los colegas que menos saben, cuando se aprende algo y se
guarda solo para uno mismo en vez de compartirlo de una manera que ayude a
otros, cuando por los celos o el engaño uno se alegra por ver caer a otros en
vez de ayudarlos o alentarlos”.
12.- La enfermedad del rostro abatido. “Esta enfermedad
se ve en las personas sombrías y adustas que piensan que para ser serios hay
que poner cara de melancolía o severidad, y tratar a otros – especialmente a
los que se considera inferiores – con rigor, brusquedad y arrogancia”, advierte
el autor y sugiere al buen líder “esforzarse por ser cortés, sereno, entusiasta
y alegre, una persona que transmita alegría por donde pasa”. “Un líder nunca
debe perder el espíritu de humor, alegre e incluso autocrítico que hace a la
gente amable incluso en las situaciones difíciles. ¡Qué beneficiosa es una
buena dosis de humor!”
13.- La enfermedad del acaparamiento. Del líder que
trata de llenar un vacío existencial acumulando bienes materiales para sentirse
seguro. “El hecho es que no vamos a poder llevarlos con nosotros cuando dejemos
esta vida ya que ‘la sábana al viento no tiene bolsillos’ y todos nuestros
tesoros nunca podrán llenar ese vacío. En vez de eso solo lo harán más profundo
y más exigente. ¡Acumular bienes solo carga e inexorablemente aletarga el
camino!”.
14.- La enfermedad de los círculos cerrados. Cuando
pertenecer a un grupo se hace más poderoso que la identidad compartida. “Con el
paso del tiempo esclaviza a sus miembros y se hace un cáncer que amenaza la
armonía de las organizaciones y causa un gran daño, especialmente a los que
tratamos como externos a los círculos”.
15.- Finalmente, la enfermedad de la extravagancia o el
exhibicionismo. Cuando “un líder convierte su servicio en poder y lo usa para
ganar cosas materiales o para adquirir más poder. Esta es la enfermedad de
personas que insaciablemente tratan de acumular poder y para este fin están
dispuestas a engañar, difamar y desacreditar a otros, y que se ponen en
exhibición para mostrar que son más capaces que otros”.
Hamel propone una especie de “examen de conciencia corporativo” con preguntas como estas:
¿Me
siento superior a los que trabajan para mí?
¿Demuestro
un desbalance entre el trabajo y otras áreas de mi vida?
¿Confío
demasiado en los planes y no lo suficiente en la intuición y la improvisación?
¿Fallo
regularmente en darme cuenta de que me debo a mis mentores y a otros?
¿Siento
mucha satisfacción en mis gratificaciones y privilegios?
¿Pongo
mi propio éxito por encima del éxito de otros?
¿Fallo
al cultivar un ambiente de trabajo alegre y divertido?
¿Soy
egoísta cuando toca compartir premios y halagos?
¿Me
comporto de forma egocéntrica con los que están a mi alrededor?
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